Helduak Zabaltzen
¿Cómo logramos que las personas mayores se suban al tren de la digitalización (sin que parezca una estación fantasma)?
Conseguir que las personas mayores no solo usen herramientas digitales, sino que las hagan suyas.
En Euskadi, los Centros Sociales de Personas Mayores (CSPM) necesitaban actualizar su forma de funcionar. Pero digitalizar no es solo poner pantallas: es transformar hábitos, romper miedos y hacer que la tecnología se sienta parte del día a día.
Los retos estaban claros:
- Gestionar mejor la vida interna de los centros.
- Tratar con subvenciones sin perderse en el proceso.
- Comunicar lo que pasa en un centro, conectándolo con otros.
- Y hacerlo también en zonas rurales, donde lo digital a veces llega en burro.
Todo esto con un pequeño detalle: sin conocer a fondo cómo funcionan estos centros, ni quién los lidera, ni qué les preocupa. Así que antes de proponer soluciones, teníamos que entender su mundo.

Una transformación digital que no se sintió impuesta, sino cocreada.
Un proyecto que dejó de sonar institucional y empezó a hablar con calidez y una web que dejó de asustar y empezó a acompañar. Lo más importante en todo ello las personas mayores participando activamente en su propio proceso de cambio.
Nos olvidamos del enfoque tradicional y empezamos por el principio: ver y escuchar.
Porque no se trata solo de hacer herramientas, sino de entender por qué muchas personas mayores sienten que esas herramientas no son para ellas.
Nos adentramos en su día a día, observamos, preguntamos, co-creamos… y sobre todo, dejamos que ellas marcaran el ritmo.
Cómo investigamos previamente
Service Safari
Nos metimos en los centros y nos convertimos en observadores curiosos. Vimos comportamientos, rutinas, obstáculos y detalles que no salen en los informes.
Entrevistas
Después de observar, hablamos. Preguntamos sin juicios. Queríamos entender los porqués, no solo los qués.
Talleres de cocreación
Diseñamos sesiones para pensar soluciones con las personas mayores, no para ellas.
Tests de usuario
Probamos prototipos reales para ver qué funcionaba, qué no… y qué había que reinventar.
Observación de patrones de comportamiento
Detectamos bloqueos comunes como el miedo a equivocarse, la falta de confianza o la idea de que “esto no es para mí”.
Los sesgos a los que se han tenido que enfrentar

La resistencia al cambio: nuevos aprendizajes, mayor esfuerzo. Hay preferencia por métodos más tradicionales.
Miedo a cometer errores: el temor a los riesgos percibidos reduce la motivación. Preocupa la idea de poder hacer algo de forma involuntaria que después no tenga arreglo.
Ausencia de interés: las expectativas negativas sobre la utilidad y efectividad de la tecnología reducen la motivación de uso.
La diversidad de experiencias:
- Personas que no sienten la necesidad ni la inquietud de usar lo digital.
- Otras con miedo y poca confianza en sus habilidades digitales.
- Personas que ‘trastean’ con la tecnología y ya saben hacer ciertas cosas.
La falta de confianza: condiciona el propio rendimiento. La ausencia de alternativas no digitales, incluso en situaciones en las que es posible, genera frustración.
Pero también hallamos motivadores potentes: emociones, comunidad, utilidad real.
El valor emocional: la tecnología puede generar experiencias emocionales muy positivas. ¿Te gustaría volver a escuchar la canción favorita de tu infancia? Y ¿visitar el lugar de tus sueños sin moverte del sofá?
La fuerza de grupo: las personas más habituadas a la tecnología pueden guiar, motivar y generar confianza en el resto. Las actividades interactivas hacen más divertido el aprendizaje, lo que mejora la participación y el miedo al error.
El impacto comunitario: los “padrinos tecnológicos” pueden liderar programas de apoyo individualizado. La tecnología facilita la creación de rutinas comunes y grupales adaptadas, lo que contribuye a su uso y aceptación.

Y para muestra un botón
Diseñamos y desarrollamos un área privada tan intuitiva que no se necesita manual (ni nieto, ni hija, al lado). Y un sistema por voz conectado a IA que permite crear actividades en solo 2 minutos. (Sí, antes tardaban 10… y con suerte).
Porque cuando entiendes cómo piensan y qué sienten, la tecnología deja de ser una barrera y empieza a ser una aliada.
No hay transformación sin emoción.
Cuando la tecnología conecta con lo emocional, deja de dar miedo. Por eso, la clave está en la confianza. Si sienten que pueden, lo intentan. Si lo intentan y alguien les acompaña, lo consiguen.
Por todo ello, el grupo impulsa el cambio. Aprender juntos elimina la vergüenza y multiplica la motivación.
Teniendo en cuenta que diseñar para personas mayores no es simplificar todo: es empatizar con sus tiempos, intereses y formas de aprender, Helduak Zabaltzen nos ha enseñado que no es un proyecto sobre digitalización. Es una muestra de cómo, si escuchamos de verdad, el cambio viene solo. Y sí, viene con WiFi.